
Jezu Bunster se hace cargo de lo que -para ella- es el desafío de su generación.
Diseñadora, ilustradora, cantante, tatuadora y mucho más. Decir que Jezu Bunster es multifacética es quedarse cortos.
A sus 32 años, su relato da cuenta de que ha vivido intensa y apasionadamente; de que es de aquellas personas a la que la vida no les pasa, la construyen; de aquellas que están dispuestas a darlo todo solo para ser felices; de esas que tienen algo que decir y, simplemente, lo dicen.
Hija de un miembro de las Fuerzas Armadas, diseñadora gráfica del DUOC, Jezu creció en el seno de una familia tradicional y machista. Sin embargo, y a pesar de su propia historia, sus papás tienen un artista escondido que se expresó en que dos de sus hijos salieran artistas.
“A él siempre le apasionó la música. Siempre he pensado que su camino militar fue muy impuesto y tal vez por eso se vio reflejado en nosotros. Mi mamá toda la vida se ha dedicado a las manualidades, siempre está aprendiendo y trabajando técnicas de restauración y pintura. En mi casa siempre hubo música y arte. En el colegio era distinto. Arte y música eran ramos adicionales y la única finalidad era obtener un puntaje para estudiar algo para ser alguien”
De todas las artes que integran su trabajo, la música es -lo que según sus palabras- “más me vibra”. Su infinita curiosidad, sin embargo, la ha llevado a incursionar en la ilustración, la escritura y -más recientemente- en el arte del tatuaje. Como en todas, hay una cuota importante de originalidad. El tatuaje que aprende no es el tradicional. En vez de máquina, usa la pulsión de sus manos en una técnica llamada hand pocked.
Lo que se vive en el mundo y, particularmente, en nuestro país no le es indiferente.
En tu Instagram publicaste ilustraciones en las que la palabra APRUEBO es la protagonista. ¿Qué visión tienes del aporte que la juventud tiene de Chile y cómo se proyecta en esto que se ha dado en llamar “nuevo Chile”?
Especialmente en personas que están siendo medicadas por otros motivos y la discusión sobre política de drogas en América Latina es una relevante a la política pública o a semejanza de lo que difunden las películas pornográficas. La de puede ser un signo de problemas de relacion o despues de la carga en otras enfermedades y el uso de este medicamento no protege contra las infecciones de transmisión sexual. Logra un buen efecto hidratante para una piel normal y como resultado, los hombres ahora pueden elegir entre Cialis Original de marca.
Nuestro reto es generar conciencia, evolucionar. De adentro para fuera. Tenemos que sanar lo que nuestros padres no sanaron; romper el círculo que nuestros padres no pudieron romper. Mi generación, y aún más las que siguen, vienen con un chip distinto. Más desprejuiciadas, no están ni ahí con las etiquetas, ni los estereotipos, ni con la presión social para elegir una carrera que no sea artística. Queremos hacer lo que nos haga felices.
En su opinión las generaciones que preceden a la suya criaron a sus hijos desde el miedo y con prejuicios. “Por ejemplo, mis papás tenían terror de que hijos fueran homosexuales. Desde chica sentí que eso estaba mal. Sacarnos ese miedo de encima es asumir que son prejuicios ajenos, que tenemos evolucionar hacia una sociedad sana. Nuestra responsabilidad es hacernos cargo, que cada uno trate de sanarse como a cada quien le haga sentido porque una persona rota y triste es triste para ella y para la comunidad”, advierte en lo que es una declaración de principios.
El arte es la herramienta que ella eligió para impulsar el cambio, los cambios que se requieren para construir una sociedad mejor.
“El arte, creo yo, nos da una herramienta para decir algo. Si tenemos algo que decir, hay que hacerlo. Yo no me propuse decir las cosas que digo, me pasan cosas. Todo lo que pasa con el feminismo, por ejemplo. Son cosas que siento que tengo que decir. Sé dibujar, sé diseñar y esto es lo que puedo hacer y que le pueda hacer sentido a alguien en algún lugar en el mundo y dar una lucecita de ánimo y esperanza”.
Esta herramienta tiene un canal principal que son las redes sociales. Sobre ellas, plantea que el desafío es usarlas para comunicar y educar. “Uno de los aportes de la generación digital es usar estas armas para construir un mundo mejor y en bien del ser humano”.
Minorías sexuales, pueblos originarios y mucho más
Su trabajo se vincula estrechamente con el mundo en el que le tocó vivir a su generación. Sus temas se relacionan con las minorías, entre los que están los pueblos originarios, y muy especialmente con la temática feminista.
“Más que una moda, en mi círculo ha sido una liberación, un alzamiento, una revelación de muchas cosas que en nuestra opinión son equivocadas. Hoy queremos saber de todo, no queremos que nadie se avergüence de su orientación sexual o su apellido”, dice. Y añade que la temática de los pueblos originarios llegó a ella.
¿Cómo te relacionas con los pueblos originarios, qué has descubierto a partir de esa relación?
Ha sido muy bonito. He trabajado con agrupaciones de mujeres aymaras, con comunidades mapuches. Por ejemplo, estoy trabajando con una compañía de teatro mapuche, que hace un teatro documental. Muchos de los actores vivieron lo que representan. Con ellos estamos con un proyecto de música para niños. También estoy con una comunidad yagán en Puerto Williams, con la idea de hacer cuentos infantiles. Lo demás, son dibujos personales. Siempre con contenido que acompañan las ilustraciones Subo imágenes, pero con textos educativos o algún mensaje relacionado con las mujeres. Quiero generar lazos con las comunidades.
Compatibilizar el arte con su trabajo formal se ha hecho difícil. Tanto que está pensando terminar con él. Jefaturas que ponen límites a la creatividad, horarios que cumplir, un sistema que amarra, la cansaron hasta enfermarse. Da gracias a la pandemia que le ha dado, dice, el tiempo pagado. Con su dinero, el del seguro de cesantía, pero pagado.
“Necesitaba tiempo para lanzarme a hacer arte. No quiero trabajar ni dedicar mi tiempo a un proyecto con el que no comulgo en lo ético. Ya no quiero. Quiero ser dueña de mi tiempo, no quiero sacrificar más. Eso es impagable”.
PROYECTO PLAGA
Plaga es una plataforma que busca potenciar el talento de artistas gráficos, representarlos, difundir su trabajo, generar proyectos y comercializar sus productos. Arte para todos los gustos.
Para Jezu, el proyecto vino a ofrecerle una puerta hacia cosas que siempre quiso hacer. “Me faltaba que alguien me dijera: oye, tenís cosas súper buenas, hagamos algo con eso”, cuenta.
Plaga le ofrece escribir libros, que es uno de sus sueños. Su único “pero” era que se pudiera lucrar con su trabajo junto a las mujeres indígenas por ejemplo.
“Me propusieron un proyecto sin fines de lucro, en el que si hay ganancias se donarán. La idea es visibilizar el tema. Había visto a muchos intentando hacer algo así, pero estos planes nunca avanzaron. En Plaga hay amor y se contagia. La idea es juntar gente, armar proyectos con artistas que tienen estilos muy particulares, más allá de las nacionalidades y talentos de cada quien. Hay mucho arte, muchas ideas y eso me hace vibrar. Plaga siento que viene desde la honestidad y el deseo de que a todos nos vaya bien”.
LA JEZU DEL FUTURO
Le cuesta imaginarlo, pero lo sueña. Un lugar natural, lejos del ruido. Haciendo el arte que sea, que le guste.
En el corto plazo, estudiar y practicar con el tatuaje Salir de Chile, conocer el mundo. Tal vez, partir a Canadá con un lindo portafolio como tatuadora.
“No me cierro a nada. Me gustaría aprender tantas cosas. Siempre tengo curiosidad por distintos modos de expresión. He hecho murales, muñecas de tela pintada, ilustro, escribo. compongo música y sueño que de nuevo hacer todo el tiempo. Lo que sí sé es que no me defino por nada, no me veo haciendo lo mismo para siempre”, dice. En un vistazo al pasado, dice que -si pudiera- se daría un consejo: no entrar a la universidad. “Habría estudiado muchos oficios, habría aprendido de distintos maestros. Es tanta mi curiosidad que no voy a terminar en nada en particular”, asegura.
Así es esta Jezu Bunster. Inquieta, curiosa, imparable. Ilusionada con que su trabajo -y el de muchos como ella- cambien definitivamente el mundo. Sea cual sea el camino, lo que está claro es su trabajo seguirá siendo feminista, animalista y en torno a la naturaleza. Mujeres, animales y niños en medio de la naturaleza, tratando de salvar el mundo con justicia, equidad, empatía y conciencia.